Un fin de semana salio de paseo a la montaña con su familia y mientras caminaba encontró una cueva y dentro había una caja de madera.
la caja tenia un aspecto viejo por fuera pero al abrirla su interior estaba pulido y brillante, como recién estrenada.
A Pequer le llamo la atención y paso la mano por el interior de la caja. Al instante sintió que algo en su interior comenzó a cambiar y se sentía joven y descansado.
En el día siguiente fue a su trabajo pero sentía que quería hacer cosas diferentes, divertidas.
Y es que Pequer aprendió una lección, que a pesar de tener una vida rutinaria y estar cansado, hay que seguir haciendo las cosas importantes en su vida, disfrutar y estar con los tuyos.
Eduardo Arciniega
Ojalá tengamos siempre a mano una cajita como la de tu relato. Me ha gustado mucho. Sigue escribiendo y tendrás una "enorme caja"
ResponderEliminarPilar (maestra hospital)