Recién ingresada en el hospital Reina Sofía me gustaría presentarme con este poema que escribí hace ya algunos años deseándoos un muy feliz invierno, lleno de salud y alegría.
LA NIEVE
Alguna vez fui
a Madrid,
y allí encontré, lo que siempre quise ver;
la nieve al amanecer.
Nunca antes pude imaginar,
que tanta belleza iba a contemplar;
pude ver iluminarse un prado,
mientras la nieve caía sin cuidado.
Yo miraba
cómo la nieve brillaba.
Una semana la vi
pero al final me tuve que despedir.
Adiós nieve, le dije con el corazón anhelado;
Tú siempre estarás a mi lado.
Al llegar a mi tierra me fui a dormir
y al día siguiente mi ventana abrí.
El Sol salía,
pero la nieve no resplandecía
no se veía,
ni siquiera se derretía.
La nieve no brillaba,
no estaba,
pero yo sentía
cómo la tocaba y estaba fría.
En aquel momento me acurruqué
y pensé,
¿Nieve,
por qué no vienes?
¿No te gusta mi Sol?
¿No te gusta mi luz?
¿No te gustan mis campos?
¿No te gusto yo?
Tú te vas
sin piedad
y me dejas aquí,
sola sin ti.
Entonces algo me habló,
algo sentí en el corazón,
me dijo: el año que viene
ven a ver a la nieve.
Y digo yo, qué bonita,
qué bonita, pero qué bonita,
es la nieve, la nieve
que nunca viene.
NOTA DEL ADMINISTRADOR: Esta entrada también está disponible en nuestra nueva BITÁCORA: Ecos y Grafías desde el hospital.
Esa foto la hice yo. Menos mal que no soy defensor de los derechos de copyright. Es el cruce entre las avenidas de los castillos y Lisboa, en Alcorcón. Enfrente de la antigua escuela taller.
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